LOS PRISIONEROS
Más aún que el más mísero de todos, en la indigencia
se encuentran estos
prisioneros
masificados en sus mazmorras, oscuros en la sombra.
No levantan las manos que hacen descansar en sus rodillas,
pero sí apoyan la solidez de sus ojos en la noche,
oscuramente palpan
sobre el mobiliario que usan en sus celdas.
Su Tiempo es casi Muerte. La corriente cenagosa
de años y años
deja su rastro en amaneceres
tan frágiles como las grietas del suelo de barro de la desesperanza.
Mi piedad vuela entre ellos como una brisa
sobre muros de piedra,
en ardorosa busca de hojas estivales o como una melodía
en oídos de piedra.
Después, cuando levanto mi mano para asestar el golpe,
es demasiado tarde,
pues no hay cadenas que prendan
ni quiméricas puertas licüescentes
adobadas con odio.
¿Cuándo se han visto sus vidas libres de muros y penumbras
y de aire que ahogan?
¿Y dónde he sido menos prisionero para dejar que mi odio
golpee como un sol?
Si pudiera seguirles de celda a entraña
para sembrar alguna esperanza
en la negra seda de sus uniformes de amplia cintura,
allí me instalaría.
No, no, no,
es demasiado tarde para el odio,
nada perdura
excepto la piedad y el dolor que ellos ya no pueden sentir.
*****
LA MASCARILLA MORTUORIA DE BEETHOVEN
Le imagino aún con el ceño fruncido.
Fornido, oscuro, cabeza ladeada y cabello caído,
abriendo surco en el paisaje. Su rostro
es esta máscara colgante, transfigurada,
esta máscara mortuoria a la que las blancas luces obligan a mirar.
Veo las gruesas manos enlazadas; la levita de espantapájaros;
la luz que penetra en las cuencas de los ojos;
le fruncimiento animal de aquella boca, cuyo abrirse supone
la vacua apertura de una tuba de órgano;
donde el viento canta y llora con deseo febril.
Se mueve ante mis ojos como un navío.
¿Qué otra cosa es el hierro si no él? Los campos separan
las aguas del mar y, suspirantes, las cambian.
El permanece prisionero, enmascarado, aislado del Ser.
Y observa cómo la vida, al igual que una fuente, discurre fuera.
No obstante, en aquella cabeza se retuerce la rugiente nube
y se estremece, como en una concha, la rumorosa ola.
Las húmedas hojas murmuran; inclinado bajo la lluvia
abril renace en él, ahoga sus pulmones
y asciende por el atormentador pasillo de su cerebro.
Luego se aleja el batir de tambores, la Distancia aparece:
muestran su desnudez picachos ocultos por las nubes; la mística
bruma de los horizontes, como el incienso azul, cubre el cielo.
Paz, paz… Más tarde, hendiendo cráneo y sueño, llega
absorbiendo nuestras luces, el Trompetero, el sol.
Tengo una curiosidad, por qué has puesto ambos poemas juntos?
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hola¡¡¡ pues los poemas salieron así del libro al azar. Después de cada sesión de Dj que hago saco un poema. El azar es dios ¡¡¡ Saludos desde España bonita¡¡¡
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Ah, yaM Qué interesante! .. Saludos!
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saludos guapa¡¡¡ buen año 2016 de paso¡¡¡ jeje
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Feliz gran año!! Mis mejores deseos!!
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